Hasta hace poco, Lía llevaba una vida completamente normal: iba a la escuela, jugaba, reía y disfrutaba de su infancia como cualquier niña. Pero a finales de septiembre, su vida y la de su familia dieron un giro inesperado cuando comenzó con vómitos persistentes y los estudios médicos no lograban explicar qué estaba pasando.
El 13 de octubre , tras perder estabilidad para caminar, la llevaron al Hospital de Niños. Allí, un neurólogo les dio la noticia más dura: Lia tenía un tumor grande en la cabeza , acompañado de una retención de líquidos que ejercía presión en los nervios y le impedía sostenerse. Al día siguiente, una resonancia más profunda reveló la presencia de más tumores en la cabeza y la columna , y la urgencia de trasladarla a Buenos Aires, donde podría recibir tratami

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