Por más que el país se acostumbre a navegar entre datos, hay momentos en que las cifras se convierten en síntomas. Entre enero y septiembre de 2025, la población ocupada aumentó 45,903 personas, siendo la creación de empleo más baja en una década —excluyendo los años pandémicos— y un recordatorio incómodo de que la narrativa del dinamismo post-nearshoring nunca aterrizó del todo en el mercado laboral.
El contraste histórico deja mucho que decir. En 2017, considerado hasta ahora un año débil, se habían creado 382,739 empleos en el mismo periodo. Hoy, ni siquiera nos acercamos a esa cifra. Y aunque 2020 mostró la pérdida de 4.5 millones de ocupados, la naturaleza del shock lo hacía explicable. Lo de hoy, no: estamos ante un fenómeno de desgastes acumulados, estructurales y un clima de incer

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