Por Samantta Hernández Escobar
Belém, Brasil.- A pocos kilómetros de la ribera del Amazonas, en Menino Jesus, Brasil , las noches siguen siendo tan oscuras como hace un siglo. Es la penumbra de un bosque que aún está en pie: 99% de conservación, un récord incluso dentro de la Amazonía. Pero ese bosque está hoy cercado por empresas, proyectos de infraestructura y un Estado que tarda décadas en reconocer lo que la comunidad ha cuidado desde siempre.
Se trata de un territorio quilombola , mantenido por prácticas tradicionales. Estas comunidades son herederas de un universo cultural forjado por pueblos bantúes —kimbundu, umbundu, kikongo— que trajeron consigo palabras, ritmos, mitologías y una concepción del mundo donde tierra, cuerpo y comunidad forman una sola trama. Aunque hoy sus le

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