Nos acercamos al cierre de un año de transición, marcado por la búsqueda de estabilizar la macroeconomía y, al mismo tiempo, por la volatilidad y la sobrerreacción de los mercados frente al proceso electoral de octubre. Fue un período de avances y tensiones: entre los esfuerzos por ordenar las cuentas públicas y reducir la inflación y los impactos negativos generados por la incertidumbre electoral.
El balance deja señales alentadoras, como el sostenimiento del equilibrio fiscal y la baja en el ritmo de los precios, pero también varios desafíos. La prioridad para 2026 será consolidar una estabilización sostenible, impulsar las reformas estructurales —en especial las impositivas y laborales— y avanzar con la agenda de desregulación orientada a reducir trabas para la producción y la inversió

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