¡Hola a mis luminosos reflectores (reflexivos lectores)! Hoy les escribo desde mi casa con mi taza de «Breakfast at Tiffanys», mientras me calmo de lo que acabo de escuchar.

Amo seguir las noticias de Francisco Zea y Mónica Noguera, ella informó esta mañana que según estudios recientes de no sé qué universidad de no sé qué estado de los «iunaítes» (EU), ¡la adolescencia dura hasta los 32 años!, o sea que el tiempo de que tu cerebro deja de ser una gelatina sin cuajar dura más de dos décadas.

La verdad es que esta información me cayó como balde de agua fría. No crean que pensé en todos los «chavo-rucos» que me he topado en la vida.

A esa banda la repelo a la primera. Yo me vi orillada a madurar antes de tiempo.

Mi infancia duró muy poco y mis urgencias básicas a resolver por mí misma em

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