Si hay un buen sitio para arrancar una caminata por la costa vizcaina, ese es el puerto viejo de Bermeo . No solo porque es amplio y tiene servicios, sino porque conserva esa esencia marinera que te mete de lleno en el ambiente desde el primer paso. Allí, entre barcas amarradas, gaviotas revoloteando y ese olor a mar que parece impregnarlo todo, ya se intuye que la ruta de hoy va a ser de esas que dejan huella. El arranque es fácil de seguir pero toca subir por las calles empinadas que llevan hacia Tala . En pocos minutos, atrás queda el bullicio del puerto, que se cambia por el sonido constante de las olas rompiendo contra los acantilados. Es un cambio de escenario brutal. Se nota ya el viento en la cara y el rugido del Cantábrico. Y ahí es donde comienza la magia de esta ruta.

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