Las celebraciones de fin de año traen consigo alegría y reuniones familiares, pero también un peligro silencioso para los más vulnerables. Organizaciones civiles y especialistas advierten que durante diciembre y enero, los casos de abuso sexual infantil se incrementan hasta un 40%, propiciados por el consumo de alcohol y la relajación en la supervisión durante las fiestas.
Ingrid es una sobreviviente que hoy alza la voz, pero durante años formó parte de una estadística invisible. "Yo creo que no reaccioné, me paralicé, entré completamente en estado de shock", relata al recordar los abusos que sufrió desde los seis años a manos de un tío.
Su testimonio desnuda una realidad dolorosa que ocurre al interior de los hogares: "Mi sistema familiar estaba muy enfocado en no ver eso, o no ver la s

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