Clayton Christensen, profesor de Harvard y autor de la teoría de innovación disruptiva, es uno de mis referentes. No solo por su brillantez académica, que transformó nuestra comprensión de la innovación , sino también por su calidad humana.
En una de sus historias más conocidas contó cómo, mientras era estudiante en Oxford y jugaba como pívot titular del equipo de básquet, decidió no jugar la final del campeonato porque el partido se jugaba un domingo, día que había reservado para observar el Sabbath según su fe. Sus compañeros y entrenadores intentaron persuadirlo: “solo esta vez”, le dijeron. Pero tras meditarlo, se mantuvo firme en su decisión. Su equipo ganó sin él, y él bromeaba diciendo que eso demostraba que no era tan indispensable como creía. Años de

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