Señor Director:

Lo ocurrido en el Instituto Nacional, tres profesoras agredidas y rociadas con bencina, no es un incidente más. Es la evidencia brutal de que estamos tolerando niveles de violencia que, hace algunos años, habrían sido impensables en un establecimiento educacional. Y, sin embargo, aquí estamos: comentándolo como si fuese parte del paisaje.

Esto no va a terminar bien. Y lo digo con toda responsabilidad: Chile parece avanzar hacia el mismo lugar donde otras tragedias educativas comenzaron, esas que después recordamos por el nombre de la víctima y por la ley que se redactó demasiado tarde. Ojalá no tengamos que llegar al punto de una “Ley con nombre propio” para que recién entonces se tomen en serio la seguridad de quienes enseñan.

La violencia se ha normalizado porque la he

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