En una ciudad donde las aperturas gastronómicas compiten como si fueran estrenos cinematográficos, ELYU Omakase no busca atención: la conquista. Su propuesta es silenciosa, precisa y profundamente íntima. Un lujo distinto y espiritual donde la esencia no está en lo ostentoso, sino en el dominio absoluto del detalle.

Con solo 12 asientos y una barra esculpida en madera importada desde Japón, este refugio culinario promete convertirse en uno de los secretos mejor guardados entre quienes entienden que la verdadera exclusividad no se anuncia: se experimenta.

El origen: una historia de mar, disciplina y resiliencia

Antes de convertirse en propietario de uno de los omakases más sofisticados de Miami, Humberto Álvarez fue un niño que cruzó el mar en balsa. “Miami me lo dio todo”, dijo el exi

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