Óscar Martínez explora la fascinación que las gemas han ejercido a lo largo de los siglos y su reflejo en la historia y en la cultura en el libro ‘El jardín mineral’

Según los lapidarios medievales, el rubí estimulaba el ardor sexual y vigorizaba la mente; el diamante se convirtió en la piedra por excelencia de los anillos de compromiso después de que Maximiliano I le regalara uno así a María de Borgoña para sellar su enlace, allá en 1477; la amatista toma su nombre de Amethyste, una joven que pidió ayuda a Artemisa para huir del acoso de Dioniso y mantener su pureza y acabó transformada en una piedra preciosa, sobre la que el dios derramó su vino... Historia, supersticiones y mitos se mezclan a la hora de explicar la fascinación que joyas y piedras preciosas han generado a lo largo de

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