Por: Martin Ferreyra
Hay industriales que aplauden de pie el rumbo económico del gobierno de La Libertad Avanza y otros que ven la repetición de una película que siempre termina mal.
En la ancha avenida del medio, una tercera clase, quizás mayoritaria, pondera el ajuste, con toda su brutalidad a la vista, con la creencia difusa de que era lo que había que hacer en el país, pero a la vez ruega clemencia política para evitar que su propio negocio se venga abajo, como tantos otros a lo largo y ancho del país.
El deterioro de la industria argentina no es nuevo, pero esta semana, la decisión de la compañía Whirlpool de desactivar su producción local para transformarse en importadora generó una conmoción que reavivó el debate sobre el sentido de la política industrial del gobierno de Javier

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