En un presente tan atravesado por desafíos estructurales, pocas herramientas resultan tan promisorias como el RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones). Diseñado para atraer inversiones de gran escala, con beneficios fiscales, aduaneros, cambiarios y estabilidad jurídica —y sustentado en reglas claras de largo plazo— este régimen emerge como la palanca capaz de movilizar capitales estratégicos, reactivar proyectos energéticos paralizados y transformar la realidad productiva del país.
Desde su reglamentación, el RIGI ya captó el interés de múltiples compañías nacionales y extranjeras dispuestas a invertir miles de millones de dólares en proyectos de energía, minería, infraestructuras y exportación. Pero lo más relevante es que, en el corazón de esta ola inversora, se encuentra V

El Cronista

New York Post
Raw Story