En el desierto luminoso que caracteriza a Las Vegas, Ferrari volvió a extraviarse. Y Lewis Hamilton, su refuerzo estelar para 2025, profundizó la sensación de derrumbe emocional que atraviesan tanto él como la escudería desde que comenzó el año.
El británico terminó décimo —octavo tras la doble descalificación de McLaren— pero ni siquiera ese consuelo estadístico lo conmovió. “Nada”, respondió cuando le preguntaron qué podía rescatar del fin de semana. “El 10º puesto no significa nada. Fue mi peor temporada. Intento todo, dentro y fuera del auto, y cada vez va peor”. Duro, seco y frontal. Sin filtro.
La frustración no es nueva, pero sí creciente. Hamilton largó 20º por un error grueso en la Q1, donde la pista mojada y la falta de timing lo dejaron sin cerrar una vuelta rápida. Y aunque e

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