Antón Carreño y Willy Bárcenas tienen todavía la sonrisa pícara de quien conoce sus defectos y, aunque no esté orgulloso de ellos, los ama, una actitud que es tan válida y saludable como la de ir a la consulta de un psicólogo a expiar las culpas y los traumas. Apenas pueden reprimir la risita cuando hablan de sus vicios, de las malas costumbres que acechan detrás de cada esquina. Pero hay una diferencia: hace diez años, cuando comenzaron haciendo canciones con , defendían sin fisuras las costumbres de calaveras profesionales y, ahora, superados los treinta, asoman otras reflexiones en su nuevo disco, «El perro que fuma», más reposado y (algo) menos parrandero que los anteriores: «Creo que estamos en otro punto vital y nos sale hablar de otras cosas, buscar otro sonido. Estamos en otro pu

See Full Page