El ejercicio siempre ha sido una puerta segura hacia la salud. Se sabe que mejora el ánimo, sostiene al cuerpo y previene enfermedades. Sin embargo, en un mundo que aplaude la disciplina sin descanso y la apariencia sin pausa, ese hábito tan recomendado puede transformarse en algo muy distinto.
Lo que comienza como un intento por sentirse mejor termina convirtiéndose en una necesidad que domina la vida diaria. Es ahí cuando aparece la adicción al ejercicio, un trastorno reconocido por especialistas en Europa, quienes alertan sobre el peso psicológico que puede tener incluso en personas aparentemente sanas.
Aunque no figura como un trastorno independiente en manuales diagnósticos, su presencia dentro de la categoría de dismorfia corporal explica la raíz del problema. El foco está en cómo

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