En Cataluña disfrutamos de un sistema único para calibrar la popularidad (e impopularidad) de los políticos propios y ajenos. Se trata, evidentemente, del conocido como microcosmos del caganer , que permite saber de inmediato quién está in y quién está out. Ya en las elecciones norteamericanas de 2016, el caganer de Donald Trump se vendió mucho más que el de Hillary Clinton, y luego pasó lo que pasó. En el terreno doméstico, nubes negras se ciernen sobre Carles Puigdemont , cuyo caganer en esta época navideña, que había sido el más vendido la temporada anterior, se ha visto superado en ventas por el de Sílvia Orriol s, la matamoros de Ripoll.

Esta nueva humillación pública viene a continuación de la experimentada por nuestro querido Puchi con la última encuesta del CEO

See Full Page