La noche del 22 de noviembre, Heury Gómez cruzó el umbral de su apartamento en Hell’s Kitchen, en Manhattan, con el peso de noventa y tres días de encierro sobre los hombros, por culpa de los burócratas de ICE.

Redacción LTH

Lo primero fue comer algo decente. Lo segundo, ver a su madre. Lo tercero —lo más importante— era reunirse con Noah, su hijo de 18 años que vive conectado a un tubo de traqueostomía en un hospital en Westchester.

La reunión con su hijo

Noah no habla. Sufre epilepsia. Depende completamente de su padre para existir en este mundo que le ha sido tan hostil. Durante más de tres meses el niño —porque para Heury siempre será su niño— durmió más de lo normal, como para no sentir la ausencia paterna. Pero cuando su prima Carolina Zapata lo llevó finalmente ante su padre, tr

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