Son muchas las estrategias nutricionales que se pueden seguir para combatir la obesidad : son caminos distintos que tienen un objetivo común. No es fácil determinar si unas son mejores o peores, pero lo cierto es que unas cuentan con mayor evidencia que avalan su eficacia y seguridad ; y, en cualquier caso, hay factores personales y ambientales que pueden inclinar la balanza de elección hacia un lado u otro. Sin embargo, en un intento de comparación, según se desprende de una sesión científica celebrada en la Reunión Nacional de SEEDO , la dieta mediterránea parece ocupar el primer lugar del podio.
Para Jordi Salas-Salvadó, catedrático de la Universidad Rovira y Virgili y director del programa de Nutrición del CIBERobn del Instituto Carlos III, no hay dudas: « la dieta mediterránea es la mejor estrategia para prevenir y combatir el sobrepeso y la obesidad, atendiendo a la evidencia disponible» .
De hecho, «la adherencia a una dieta mediterránea ligeramente hipocalórica, acompañada de actividad física, es la mejor estrategia para bajar de peso en una persona con sobrepeso u obesidad»; además, la pérdida de peso se acompaña de mejorías en la mayoría de factores de riesgo cardiovasculares y metabólicos, reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles.
Estudios concluyentes
Este mismo año, la dieta mediterránea ha sido evaluado exhaustivamente en EE.UU. por un panel de 69 expertos en nutrición y dietética, que clasificó 38 dietas según criterios de: calidad nutricional ; riesgos y beneficios para la salud; sostenibilidad a largo plazo y efectividad basada en evidencia (U.S News & World Report’s best diets). La dieta mediterránea fue considerada la mejor, valorando todos los criterios a la vez.
Entre otros muchos, los estudios PREDIMED y PREDIMED-Plus, dos ensayos clínicos sobre prevención cardiovascular con dieta o cambios en el estilo de vida, han sido especialmente concluyentes. El estudio PREDIMED-Plus, realizado con más de 6000 participantes seguidos durante 8 años, ha sido coordinado por la Universidad Rovira y Virgili, con la participación de 23 grupos de investigación. Se confirma que la combinación de una dieta mediterránea hipocalórica, actividad física y terapia conductual logra una mayor pérdida de peso y una reducción significativa de los factores de riesgo cardiovascular (como obesidad, glucosa y triglicéridos altos) comparada con la dieta mediterránea sola.
La intervención sobre el estilo de vida PREDIMED-Plus ha demostrado también beneficios sobre la preservación de la masa magra y la densidad ósea lumbar , dos aspectos que normalmente empeoran con la edad y se aceleran con la pérdida de peso.
La dieta mediterránea es una forma de alimentación basada en el consumo elevado de frutas, verduras, hortalizas, legumbres y cereales integrales, incluyendo pescado y aceite de oliva (como fuente principal de grasa para cocinar). Es una dieta rica en grasas insaturadas y de carbohidratos de buena calidad, fibra y muchos fitoquímicos que ayudan de forma sinérgica a reducir los procesos de oxidación e inflamación, así como mejora la sensibilidad a la insulina.
Como destaca Jordi Salas-Salvadó, ·la adherencia a la dieta mediterránea tradicional se asocia a menor riesgo de obesidad, ganancia de peso o diabetes tipo 2; también es beneficiosa en el manejo de la obesidad, y reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular, cáncer de mama en mujeres y deterioro cognitivo».
En concreto, en el manejo de la obesidad, la dieta mediterránea hipocalórica «es una de las mejores dietas para perder peso y, a la vez, para mejorar el riesgo cardiovascular (aumenta los niveles de HDL, reduce los niveles de triglicéridos, disminuye la tensión arterial y mejora la inflamación y la sensibilidad a la insulina)», asegura este catedrático.
Estos beneficios son, según subraya, «superiores a los alcanzados con dietas bajas en grasa o dietas pobres en hidratos de carbono» ; además, en ensayos clínicos, «la dieta mediterránea también es capaz de revertir el síndrome metabólico (obesidad abdominal, hipertensión, dislipidemia y resistencia a la insulina)».
Sin embargo, tal y como admite este investigador, «la dieta mediterránea se está abandonando en nuestro país desde hace ya décadas, especialmente por los niños y jóvenes» . Las personas de más de 65 años , y especialmente las mujeres de esta edad, son las que mejor se adhieren a este patrón dietético.
Esto se debe a muchos factores, según Salas-Salvadó, que van «desde los cambios en el estilo de vida hasta la globalización de los hábitos alimentarios hacia una cultura occidental en la que abundan los productos procesados y ultraprocesados , y cada vez más se consumen menos alimentos frescos”.
Los beneficios de la dieta atlántica
No le anda a la zaga la dieta atlántica , también conocida como la dieta atlántica del sur de Europa, con sus máximos exponentes en Galicia y norte de Portugal , que ha demostrado «ser saludable para el individuo y sostenible para el medio ambiente, y uno de los factores que ha permitido nuestra alta longevidad y calidad de vida», afirma la Dra. Rosaura Leis, del Hospital Clínico Universitario de Santiago-Xerencia de Xestión Integrada de Santiago.
Es una dieta de proximidad, de temporada, con alimentos frescos, mínimamente procesados , y en la que el pescado y los mariscos (de mar y de río), los cereales de grano entero, los lácteos (en especial, los quesos), las frutas y verduras del género brassica, las castañas, el aceite de oliva y el agua de manantiales son los exponentes principales. Pero, como matiza esta experta, «no es sólo lo que comemos, sino cuándo y cómo comemos».
En este sentido, la Dra. Leis destaca la importancia de la preparación culinaria: « vapor, hervido, plancha, guisado más que fritura, y compartir alrededor de la mesa». Además, como añade la catedrática de Pediatría de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), «la actividad física y el tiempo y calidad de sueño también forman parte de nuestra tradición». En definitiva, «el beneficio que se obtiene no sólo depende de la dieta atlántica, sino del estilo de vida atlántico».
Insistiendo en sus beneficios, se trata de una dieta variada, con alimentos que, además de importantes nutrientes, aportan gran cantidad de componentes funcionales y que favorece una microbiota intestinal más saludable, menos disbiótica. Los alimentos son mínimamente procesados, y sus recetas y preparación culinaria poco energética.
Pero, de la misma forma que sucede con la dieta mediterránea, este patrón alimentario está ‘en recesión’ en España. «Se está perdiendo en favor de una dieta más occidentalizada. Se evidencia un descenso progresivo del consumo de pescado, de lácteos, de frutas y verduras, y el aumento del consumo de alimentos ultraprocesados , ya desde los primeros años de vida», afirma la catedrática de Pediatría-USC.
Ayuno intermitente: ¿más que una moda?
Esta pérdida de adherencia a las dietas tradicionales, de larga y probada eficacia, contrasta con el auge de estrategias nutricionales que parecen gozar de un creciente seguimiento por parte de la población. En esta Reunión de SEEDO se ha evaluado específicamente la utilidad, como estrategia dietética de pérdida de peso y de mejora de la salud cardiometabólica en personas con sobrepeso u obesidad, de un tipo determinado de ayuno intermitente: la restricción de la ventana horaria de la alimentación (TRE, de sus siglas en inglés, time retsricted eating).
Básicamente, consiste en limitar/restringir la ingesta de alimentos y bebidas calóricas a un horario determinado del día y ayunar el resto del tiempo. Habitualmente, la ‘ventana’ de alimentación, es decir, las horas en las que se puede comer, suele tener una duración de entre 8 y 10 horas.
Tal y como reconoce la Prof. Idoia Labayen, catedrática de la Universidad Pública de Navarra (UPN), «está muy de moda. Su aceptabilidad y seguimiento a nivel social ha sido más rápido que la evidencia científica» . En este sentido, se advierte que, «como cualquier otro tratamiento nutricional, precisa de supervisión por profesionales sanitarios, ya que puede tener efectos secundarios no deseados». Por ejemplo, puede empeorar la calidad de la dieta si no se están siguiendo recomendaciones apropiadas de dieta saludable , da lugar a pérdida de tejido muscular si no se hace ejercicio, etc.
Existen diferentes motivos que explican el abrupto éxito de este patrón dietético. Entre ellos, destaca que «la dieta hipocalórica personalizada convencional, que sigue siendo hoy por hoy la mejor estrategia dietética para la pérdida de peso en personas con sobrepeso u obesidad, es difícil de seguir y tiene una adherencia a medio plazo muy baja , que da lugar en muchas ocasiones a recuperación del peso perdido », aclara la profesora de Fisiología y Nutrición de la UPN. En esos casos, y siempre que no haya alguna contra-indicación, «el TRE puede ser una buena alternativa», propone esta experta.
Aunque aún las evidencias son limitadas, se ha demostrado que este patrón ayuda a perder peso, porque las personas que siguen este tratamiento nutricional reducen su ingesta calórica de forma no intencionada. «La pérdida de peso en sí misma ayuda a mejorar la salud cardiovascular de las personas con obesidad (reducción de presión arterial, colesterolemia, etc.). Además, un tipo concreto de TRE, el TRE temprano, tiene ventajas adicionales sobre la homeostasis de la glucosa», concluye Idoia Labayen.

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