“No nos rodeaba el océano, pero sí la muerte. La muerte que seguía cayendo de lo alto en aquellos copos tenues, fosforescentes, aquella nevada de pesadilla que de un golpe había borrado casi toda la vida de la gran ciudad”, le cuenta Juan Salvo al historietista casi al principio de El Eternauta . Ese relato fantástico situado en Buenos Aires sobre un fenómeno que nunca ocurrió podría aplicarse —solo cambiando la palabra “nieve” por “gas”— a lo que realmente sucedió en la ciudad india de Bophal entre la noche del 2 y la madrugada del 3 de diciembre de 1984 . Cuando una nube tóxica de isocianato de metilo invadió como un asesino invisible la ciudad que dormía, murieron más de siete mil personas en apenas unas horas, pero otras casi 500.000 quedaron afectadas para siempre. Muc

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