Pedro Sánchez ha vuelto a evidenciar una debilidad política que ya no sorprende a nadie: su dependencia absoluta de Junts para mantener viva una legislatura exhausta. Las entrevistas de este martes del presidente en RAC1 y TVE no han sido un ejercicio de claridad, sino de rendición pública. “Asumo los incumplimientos”, ha dicho, como si el problema fuera la lentitud y no la naturaleza misma de los pactos que lo mantienen en La Moncloa. No se trata de retrasos: se trata de haber convertido la gobernabilidad de España en una negociación permanente con un partido que no oculta sus objetivos de ruptura.

El presidente ha reconocido que el diálogo con Junts está “roto”, pero acto seguido ha anunciado un decreto ley exprés para cumplir exigencias pendientes. Es decir: cuando Puigdemont golpea la

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