La peculiar matrícula azul que identifica el coche asignado a la princesa Leonor durante los actos de representación no es un detalle improvisado ni un capricho visual, sino la expresión de un sistema ceremonial que la Casa Real ha preservado durante generaciones y que sirve para distinguir la presencia de los miembros de la Corona en funciones institucionales . En torno a la familia real existen cientos de gestos rituales que pasan desapercibidos para un observador no familiarizado con su protocolo, pero cada uno de ellos, por pequeño que parezca, cumple un papel simbólico que ayuda a estructurar la imagen pública de la institución.

La placa azul, carente de números y presidida por la corona real , funciona exactamente así: actúa como un elemento visible que recuerda que quien viaja en ese vehículo no lo hace como una ciudadana más, sino como heredera de la Jefatura del Estado , de modo que el color elegido para ella no sólo la identifica de inmediato, sino que la vincula con una tradición histórica que sigue viva en la actualidad.

Esa distinción entre lo institucional y lo privado se hace todavía más evidente cuando se comparan los automóviles destinados a los actos oficiales con los que utiliza la familia real en su día a día.

¿Qué coches usan la familia real?

Los coches que forman parte de su representación pública no coinciden con los que emplean para sus desplazamientos personales , y de hecho muchos de los más relevantes están registrados a nombre del Ejército de Tierra. Entre ellos figuran los Rolls Royce que, con el paso de los años, se han convertido prácticamente en patrimonio histórico y cuyo uso queda restringido a ceremonias muy concretas, como la boda de Felipe y Letizia o la jura de la Constitución de la princesa Leonor . Estas unidades, conservadas en el complejo de El Pardo con la misma dedicación con la que se cuidan las piezas de un museo, forman parte del Parque Móvil del Estado y requieren una preparación minuciosa cada vez que se sacan a la calle, tanto por su valor material como por la simbología que representan para la monarquía.

Felipe VI, Pedro Sánchez, Casa Real, China

Cuando alguno de estos vehículos entra en servicio ceremonial, las matrículas convencionales se retiran para ser sustituidas por las placas institucionales, un sistema regulado por la Dirección General de Tráfico que solo se permite en muy contadas situaciones. En el caso del rey, estas placas adoptan un tono rojo carmesí asociado a su escudo de armas, mientras que para la princesa Leonor se emplea el ya mencionado azul, lo que permite identificar a simple vista a la autoridad transportada.

A estas señales se suman los banderines oficiales colocados en las aletas delanteras del coche , elementos que requieren soportes integrados y que reflejan la antigua tradición de presentar las armas heráldicas en los desplazamientos de la Corona . Aunque todo este conjunto pueda parecer un detalle anecdótico, la realidad es que responde a un marco legal concreto y a un cuidado ceremonial que la Casa Real considera esencial para subrayar el carácter institucional del papel que desempeñan sus miembros durante los actos públicos.

Las matrículas que usan los Reyes

Muy diferente es la situación cuando la familia real se mueve fuera del ámbito protocolario, ya que en sus desplazamientos privados recurren a matrículas ocultas emitidas también por la DGT , un recurso que se concede solo a vehículos que necesitan mantener cierto nivel de discreción por razones de seguridad. Esa necesidad de proteger su intimidad convive, curiosamente, con la afición que varios miembros de la familia han demostrado históricamente por conducir.

El propio rey Felipe VI recibió a los dieciocho años un Seat Ibiza dorado, regalo de Juan Carlos I , que se convirtió en su primer coche y que ha terminado formando parte de la colección de Seat Históricos en Barcelona . Ese vehículo, que representa el inicio de su vida adulta al volante, permanece expuesto junto a otros modelos icónicos que la marca conserva con especial dedicación, lo que demuestra hasta qué punto incluso los detalles más personales acaban teniendo un peso simbólico cuando se trata de la familia real.

El coche de la princesa Leonor

La princesa Leonor ha continuado de manera natural con esa tradición familiar y su primer momento público como conductora llegó en el verano de 2024, cuando fue vista en Palma durante un desplazamiento que realizó acompañada por l a infanta Sofía, la reina Letizia y la reina emérita Sofía . Aquel episodio, más allá de la anécdota, simbolizó el paso de la heredera hacia una etapa de mayor autonomía y evidenció que su formación no se limita a los aspectos institucionales, también también incorpora habilidades prácticas propias de cualquier joven de su edad.

En ese contexto se entiende que Leonor eligiera para sus desplazamientos un Seat Ateca de color gris metalizado, un SUV urbano cuyo precio varía entre los 31.370 y los 43.900 euros y que encaja perfectamente en las preferencias del mercado actual. Con casi 4.4 metros y varias opciones mecánicas, el modelo representa una evolución evidente respecto a aquel compacto deportivo que marcó la juventud del rey Felipe VI.