La situación en Venezuela se complica para el presidente Donald Trump, quien busca cambiar el régimen de Nicolás Maduro. La Casa Blanca se encuentra en una encrucijada estratégica, política y legal. Trump convocó a sus principales asesores de seguridad nacional en la Oficina Oval para definir los próximos pasos en un conflicto que se le escapa de control. Mientras tanto, Maduro desafió a sus opositores en un mitin en Caracas, afirmando: “No queremos la paz de los esclavos, ni la paz de las colonias”.

La controversia en torno a un ataque estadounidense que, según informes, resultó en la muerte de tripulantes de un barco narcotraficante, ha intensificado las críticas hacia Trump. Legisladores demócratas advierten sobre un posible crimen de guerra, mientras que algunos republicanos muestran disposición a investigar a la administración.

La tensión entre Estados Unidos y Venezuela ha aumentado, con la presencia del portaaviones USS Gerald R. Ford y una flota de barcos estadounidenses en aguas cercanas a Venezuela. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, enfrenta un creciente escrutinio por su papel en los ataques. Su falta de experiencia y su comportamiento han generado dudas sobre su idoneidad para el cargo.

Trump ha hecho declaraciones contundentes, amenazando con ataques inminentes contra cárteles de drogas en Venezuela y cerrando el espacio aéreo del país. Sin embargo, Maduro se mantiene firme y no ha mostrado intención de abandonar el poder. El presidente estadounidense, que ha sido criticado por ceder ante la presión, ahora se enfrenta a la pregunta de si sus amenazas carecen de credibilidad sin una acción militar efectiva.

Washington espera que el aumento de la presencia militar lleve a Maduro a aceptar el exilio o a que sus generales lo derroquen. Sin embargo, el régimen de Maduro ha resistido hasta ahora, lo que pone a prueba la determinación de Trump de cumplir sus amenazas.

La obstinación de Maduro plantea dudas sobre la efectividad de la presión estadounidense. Existe la posibilidad de que el gobierno de Trump haya subestimado la capacidad de resistencia de Maduro, un error común en administraciones anteriores. Si Trump opta por la acción militar, una invasión a gran escala parece poco probable.

Las opciones de Trump son complejas. Una salida pacífica de Maduro podría ser un triunfo en política exterior, enviando un mensaje de poder a otros enemigos, como Cuba, y demostrando a China y Rusia que Estados Unidos mantiene el control en la región. Sin embargo, si Maduro sobrevive a la presión militar, la autoridad de Trump podría verse debilitada.

Christopher Sabatini, investigador en Chatham House, comentó: “Creo que esto fue realmente un intento de intimidar al Gobierno de Maduro. Eso no ha sucedido”. La situación es crítica para Trump, quien debe decidir si intensifica sus esfuerzos o busca una salida negociada.

La incertidumbre persiste sobre qué riesgos está dispuesto a asumir Trump para lograr sus objetivos en Venezuela. La posibilidad de una acción militar podría tener consecuencias devastadoras, tanto para la infraestructura venezolana como para la política interna de Estados Unidos, donde la mayoría de los ciudadanos se opone a una intervención militar. La historia ha demostrado que los regímenes dictatoriales suelen ser más resistentes de lo que se anticipa desde el exterior.