Fascinación y temor. Las novedades tecnológicas tienen la característica de producir reacciones bien polarizadas. Algunos las reciben con exceso de optimismo y otros con rechazo y aprehensión. Despiertan esperanza porque prometen soluciones que nos cambian la vida y generan miedo ante la amenaza de que esos mismos cambios sean nuestra condena.
Un ejemplo que nos trae la historia: con la revolución industrial de principios del Siglo XIX llegaron a Inglaterra los telares automáticos. Un movimiento de artesanos textiles, conocido como "los luditas", se propuso destruir las máquinas que ponían en riesgo su modo de producir y los salarios. El saldo fue trágico: el ejército salió a reprimir y todo terminó en un baño de sangre.
Dos siglos después, frente a la revolución industrial que propo

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