Cuando Sophie Gilbert presentó Chica contra chica [ Girl on Girl ] a las editoriales, le pidieron que profundizara en su experiencia personal; ella rechazó esa invitación y explicó que la escritura confesional le generaba conflicto. Esa decisión la llevó a limitar la expresión de su indignación, y aunque deja claro que no busca avergonzar las prácticas de kink y no se declara en contra de la pornografía, identifica la industria pornográfica como fuente inevitable de daño para las mujeres.

Tampoco se detiene a analizar bajo qué condiciones la pornografía podría favorecer a las mujeres, punto relevante para decidir cuándo asumir el rol de “aguafiestas feminista”, esa figura que, según la académica Sara Ahmed , denuncia las injusticias y se opone a ellas. La lectura del libro i

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