El running, en cualquiera de sus niveles, tiene un costo físico inevitable: movimientos repetitivos, impacto constante y una tendencia natural a generar rigidez muscular y articular. Correr en asfalto, especialmente, potencia este desgaste y abre la puerta a lesiones recurrentes que frustran al corredor y frenan su progreso. Frente a este problema estructural del deporte, la ciencia viene señalando un complemento tan simple como poderoso: el yoga.

Lejos de ser una moda pasajera, esta disciplina se convirtió en una herramienta clave para corredores amateurs y profesionales. Un estudio publicado en Journal of Clinical Medicine analizó a maratonistas durante 12 semanas y concluyó que el yoga mejora de forma significativa la movilidad articular, aumenta la fuerza funcional y reduce síntomas d

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