¿Por qué esta época del año potencia los sesgos al evaluar desempeño?

Porque se juntan la urgencia, el cansancio y la necesidad de cerrar pendientes rápidamente. En ese contexto, la mente recurre a atajos para simplificar decisiones. Aparecen sesgos como el de recencia —valorar sólo lo último que sucedió—, el efecto halo —generalizar un rasgo positivo o negativo—, el sesgo de afinidad —evaluar mejor a quien se parece a uno— y la confirmación —buscar datos que sostengan una opinión previa—. Aunque son mecanismos automáticos, pueden afectar directamente la percepción del desempeño real.

¿Qué debería hacer un líder para disminuir la influencia de esos sesgos?

Lo primero es detenerse. En un cierre acelerado, la pausa se convierte en una herramienta de liderazgo. Revisar evidencias, conversa

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