El caso de una influencer islandesa que llama “hermanito” a su bebé de dos meses generó curiosidad global, porque revela una tradición muy arraigada en Islandia : las familias pueden tomarse hasta seis meses para decidir el nombre antes de registrarlo oficialmente.
A diferencia de otros países (donde los padres suelen tener el nombre definido incluso antes del nacimiento) en Islandia el proceso es más lento, cultural y, en muchos casos, ritual. Allí no es extraño que los recién nacidos pasen semanas o meses sin un nombre definitivo mientras la familia evalúa alternativas, observa la personalidad del bebé o espera cumplir requisitos formales. Embed
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