Los templos de Luxor aún conservan los nombres de reyes que dominaron el Nilo hace más de tres milenios. Entre los muros que narran los fastos de la dinastía XVIII, destacan Amenhotep III, Tutankamón o Ramsés II , figuras que marcaron una época de poder. Sin embargo, la historia también dejó en penumbra a otros faraones que gobernaron brevemente y cuya memoria quedó disuelta en la arena del desierto. Las excavaciones recientes han devuelto a la superficie el nombre de uno de ellos y con ello parte de un capítulo borrado del Egipto antiguo.
Una tumba que reabre un siglo de silencio arqueológico de un reinado breve que preparó el terreno para el esplendor egipcio
Una misión arqueológica egipcio-británica confirmó a principios de 2025 que la tumba localizada en 2022 en el valle occidental de Luxor perteneció al faraón Tutmosis II. El hallazgo, comunicado por el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto, constituye la primera identificación de una tumba real desde el descubrimiento de la de Tutankamón en 1922 .
Los investigadores encontraron inscripciones en alabastro con los nombres de Tutmosis II y de su esposa, la reina Hatshepsut , lo que permitió atribuir la sepultura al monarca. El director británico de la misión, Piers Litherland , explicó a la BBC que el techo de la cámara funeraria aún conservaba su decoración original, “un cielo azul con estrellas amarillas”, un motivo reservado a los faraones. Los fragmentos recuperados mostraban también pasajes del Libro de Amduat , texto religioso que guiaba al soberano en el más allá.

El reinado de Tutmosis II transcurrió entre 1493 y 1479 a. C. y representó una etapa breve, situada entre dos de las figuras más poderosas de Egipto: su padre Tutmosis I y su esposa Hatshepsut. Asumió el trono siendo muy joven y compartió poder con la reina, que años después gobernó como faraona. Bajo su mandato, Egipto consolidó el dominio sobre Nubia y mantuvo su influencia en Canaán. A partir de su reinado, los faraones más conocidos aprovecharon las estructuras políticas y militares que dejó asentadas.
La momia de Tutmosis II, descubierta en 1881 en el escondrijo de Deir el-Bahari, mostró que murió con menos de 30 años. Su corta vida política y la posterior grandeza del reinado de Hatshepsut eclipsaron su figura en los relatos históricos. Las referencias a su nombre quedaron dispersas en templos secundarios y fragmentos administrativos, sin grandes monumentos que perpetuasen su memoria.
La reciente identificación de su tumba ha permitido reconsiderar su papel en la configuración de la dinastía XVIII. Los arqueólogos han documentado restos de vasijas y fragmentos con inscripciones que lo mencionan como “rey fallecido”. Según el secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Mohamed Ismail Khaled, “los objetos funerarios hallados en la tumba constituyen los primeros vestigios conocidos del ajuar funerario de Tutmosis II” .
Restos dispersos y un destino marcado por las aguas del Nilo
El deterioro del lugar fue considerable, como señaló Mohamed Abdel Badi , jefe del sector de Antigüedades Egipcias, quien indicó que “las inundaciones cubrieron la tumba con agua y sedimentos poco después del entierro del monarca”. Los investigadores creen que esa catástrofe obligó a trasladar el ajuar y la momia a otro sitio, lo que explicaría su ausencia en la cámara funeraria original.

El descubrimiento ha aportado también datos sobre la evolución arquitectónica de las tumbas reales. Piers Litherland afirmó que el diseño “sencillo, pero de gran importancia, sirvió como modelo para los sepulcros posteriores de la dinastía XVIII”. El corredor descendente, cubierto con una capa de yeso, y la cámara excavada en roca reproducen un patrón que se repitió en los reinados siguientes. El análisis de los fragmentos de pintura y las estructuras internas ofrece información sobre los métodos constructivos de una época en la que los reyes buscaban proteger sus tumbas frente a saqueos e inundaciones.
El hallazgo de la tumba de Tutmosis II tiene valor más allá del aspecto arqueológico. Devuelve protagonismo a un soberano que desempeñó un papel esencial en la transición hacia la etapa de esplendor del Imperio Nuevo . Su reinado, aunque fue corto, estableció la base política y religiosa sobre la que Hatshepsut consolidó su poder. El propio ministro de Turismo y Antigüedades, Sherif Fathy, definió la identificación como “ un momento extraordinario para la egiptología ”.
Para los investigadores, encontrar el lugar de descanso de Tutmosis II no solo completa un mapa funerario pendiente desde hace más de un siglo, sino que permite entender mejor el linaje que culminó con Tutankamón y con la herencia monumental que aún domina el paisaje de Luxor.

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