Liz Dunnebacke no se está muriendo, pero durante un reciente taller sobre cuidados al final de la vida en Nueva Orleans, fingió que sí.

Acostada e inmóvil sobre una mesa plegable que hacía las veces de cama, Dunnebacke se quejaba de dolor en las piernas. La enfermera Ana Kanellos, enrollando dos pequeñas toallas blancas, mostró cómo elevarle los tobillos para aliviarle el dolor.

“¿Las piernas de mamá siempre están hinchadas? Entonces, levántaselas”, dijo Kanellos.

Unas 20 personas, residentes de Nueva Orleans, escuchaban con atención, interesadas en aprender más sobre cómo cuidar a seres queridos en casa cuando se acercan al final de sus vidas.

Alix Vargas, una de las asistentes, dijo que antes le aterraba la idea de morir. Pero hace unos tres años, la muerte de una prima muy cercana l

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