Los viejos tiempos, Lutxo, supongo que ya lo sabes, viejo amigo, se han ido para siempre, le digo melancólicamente a Lucho, el lunes, aprovechando que ya estamos en diciembre y la inminencia del invierno me frunce el carácter . Menos mal que ya están aquí los nuevos , me suelta él, carcajeándose un poco (si tal cosa es posible (que lo es). No obstante, claro, hay que aceptar que, una vez más, tiene razón, el viejo y reseco endriago de los páramos .

Los nuevos tiempos, los que estábamos esperando, esos con los que tanto habíamos soñado, ya están aquí , en efecto. Y son estos, precisamente. Que nos cueste reconocerlos, es normal. Nos cuesta porque llevamos incorporado el gen del descontento. Pero es bueno que así sea. El gen del descontento es importante. Está ahí para algo. La

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