En el noroeste bonaerense, la producción agropecuaria convive con una característica que ya dejó de ser excepcional: la irregularidad.
Dante Garciandia , productor y comerciante de Carlos Tejedor , explicó que el distrito acumula dos inundaciones severas y tres períodos secos marcados en los últimos años, en un contexto donde la media anual de 850 milímetros pierde sentido ante precipitaciones cada vez más desordenadas.
Esa distribución errática, remarcó, define la siembra y la implantación de los cultivos, tanto agrícolas como forrajeros.
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“Las campañas están condicionadas por cómo y cuándo llueve”, contó. La consecuencia directa es un freno en el crecimiento del área agrícola, que permanece estancada debid

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