Los vecinos de la localidad de Skrydstrup, de unos 500 habitantes, ven la llegada de la empresa Fire Point entre dudas, miedos y la esperanza de que traerá más vida al pueblo
Ucrania tendrá en Dinamarca la primera fábrica de armamento en suelo OTAN para la guerra contra Rusia
A simple vista, Skrydstrup parece un pueblo cualquiera del sur de Dinamarca, con una iglesia, calles con casas sueltas y una escuela. Sin embargo, en sus límites se encuentra una valla doble coronada por un alambre que protege una de las instalaciones militares más seguras del país, donde se aloja la flota de aviones de combate F-16 y los modernos cazas F-35. Varias veces al día, el sonido de los pájaros se interrumpe por el estruendo de los aviones que aparecen rápidamente como manchas negras en el cielo.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, visitó hace dos años el pueblo donde la empresa armamentística ucraniana Fire Point ha empezado a construir la primera fábrica de armamento fuera de las fronteras de su país. Está previsto que a partir del año que viene la planta produzca el combustible para los misiles Flamingo, un arma esencial para la defensa de Kiev.
La noche del pasado 25 de septiembre, según las autoridades, un enjambre de drones violó el espacio aéreo del aeropuerto de Copenhague, y también se dejaron ver por el cielo de Skrydstrup. La presencia de esos vehículos no tripulados, que el Gobierno danés calificó como un ataque de guerra híbrida, son un reflejo de cómo este pueblo se ha convertido en un nudo neurálgico para la industria militar y la defensa del país nórdico. Mientras tanto, sus vecinos lo miran todo entre la duda, la preocupación y la esperanza de que la industria militar consiga atraer puestos de trabajo y más vida a esta zona rural.
Amenazas de espionaje y sabotaje
Con una enorme bandera de Ucrania y una de Dinamarca como telón de fondo, las autoridades gubernamentales y los responsables de Fire Point pusieron la primera piedra de la nueva planta este lunes en la población de alrededor de 500 habitantes.
Hasta ahora, se ha demolido un área de 2.000 metros cuadrados para construir un edificio con las paredes y el techo reforzados que cumpla con los criterios de seguridad para producir el combustible para los misiles. Los trabajos de construcción van a todo ritmo, con tres turnos diarios en marcha las 24 horas del día y los siete días de la semana. Se calcula que, cuando la planta entre en funcionamiento, dará trabajo a entre 100 y 200 personas en una primera fase, aunque no ha trascendido la fecha en que se prevé finalizar las obras durante el próximo año.
En muchos sentidos, es un regalo para la comunidad local que podamos dar la bienvenida a Fire Point en Dinamarca, y en cuanto a la seguridad, no se verá comprometida
Desde el inicio de la invasión de Rusia, Fire Point ha pasado de ser una start-up a desarrollar innovadoras y sofisticadas armas aeronáuticas, como drones y misiles, convirtiéndose en la empresa armamentística más importante de Ucrania. El Ministerio de Defensa danés y los servicios secretos (PET) han reconocido que la acogida de la fábrica podría conllevar represalias rusas contra el país nórdico en forma de espionaje y sabotajes contra la planta. En el acto del lunes, las dudas por los supuestos vínculos de Fire Point con la figura central del caso de corrupción que ha sumido a Zelenski en una crisis política sobrevolaban las preguntas de la prensa.
Pero en la primera presencia ante los medios del director de Fire Point en Dinamarca, Vyacheslav Bondarchuk, se centró en la relevancia del proyecto para Kiev. “Es importante iniciar la producción fuera porque podemos escalarla, necesitamos más armas que a causa de la guerra no podemos producir en Ucrania”, dijo a elDiario.es. El ministro de Industria, Morten Bødskov, defendió que, para el pueblo, es de gran interés albergar una fábrica que producirá componentes de alta tecnología. “En muchos sentidos, es un regalo para la comunidad local que podamos dar la bienvenida a Fire Point en Dinamarca, y en cuanto a la seguridad, no se verá comprometida”, afirmó.
Preocupación entre algunos vecinos
Sin embargo, algunos vecinos tienen dudas. Peter Jensen vive a 500 metros de la futura fábrica. “Si es atacada, terminaría con todos nosotros”, dice este hombre jubilado. “Esa es mi principal preocupación”. Jensen también vive cerca de la base aérea militar, por lo que ha recibido un subsidio para poner un triple cristal en las ventanas de su casa para amortiguar el ruido de los aviones. “Ahora aún se escucha el ruido, pero antes no podías ni mantener una conversación”, asegura. Explica que, desde que se anunció la llegada de Fire Point en Skrydstrup, teme por “la devaluación del precio” de su casa. “Ya nadie me la querría comprar”.
Su amigo, Holger Juhl-Hansen, también señala que, si hubiera un problema en la fábrica de armamento que produce el combustible para los misiles, se encontrarían “en una zona peligrosa”. Además, dice que teme que la construcción de la planta “pueda llamar la atención de Putin”. “Pero no creo que se atreva a un ataque contra un país de la OTAN, en ese sentido me siento más seguro, pero no me gusta pensar que nos espían con drones”, afirma.
Desde el mes de septiembre, cuando se anunció la llegada de Fire Point a Skrydstrup, el Ayuntamiento, liderado por una coalición de liberales y dos partidos de ultraderecha, ha convocado dos reuniones con los vecinos a las que han acudido más de 400 personas en cada una de ellas.
Si es atacada, terminaría con todos nosotros. Esa es mi principal preocupación
“Al principio la gente estaba muy enfadada y preocupada, pero en la segunda reunión la gente empezó a ver que la fábrica traerá más puestos de trabajo y gente nueva”, dice Jette Jacobsen, quien acudió a los encuentros. Otro factor, según Jacobsen, es la empatía hacia los refugiados ucranianos que mucha gente siente en el pueblo. “Si la fábrica fuera de otro país, como Israel, sería mucho más polémico”, especula. Respecto a los drones que sobrevolaron los cielos del pueblo, asegura no sentir miedo. “Pero creo que nuestra defensa estuvo durmiendo, es una pena que no pudieran derribar ninguno”.
En todo el pueblo no hay nadie que esté más cerca del emplazamiento de la planta que el mecánico Per Hansen y su taller de reparación de coches. “Me informaron un día antes de que saliera en la prensa de que la fábrica se construiría aquí al lado”, dice. “A los vecinos nos han dado toda la información que el Gobierno puede, pero algunas cosas son secretas”. Cree que la presencia de la base aérea militar “ha atraído a más personas al pueblo”, ya que alrededor de la mitad de los residentes de Skrydstrup trabajan en ella. “Respecto a la llegada de la fábrica al pueblo no podemos hacer nada. Es el Gobierno quien ha decidido que se abriera aquí y debemos confiar”, concluye.

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