En 1863 Charles Champoiseau (1830-1909) jefe en funciones del consulado francés en el Imperio Otomano, aficionado a las antigüedades escuchó la fantástica historia de los campesinos que afirmaban que la isla de Samotracia estaba llena de tesoros. En una época donde la arqueología era una herramienta de prestigio solicitó un permiso simple a lo Otomanos y partió hacia Samotracia, hacia el santuario de los Grandes Dioses. Allí el 13 de abril de 1863, Champoiseau descubrió parte del busto y el cuerpo de una gran estatua femenina en mármol blanco, que rápidamente fue interpretada como una Niké, una victoria alada, acompañada de numerosos bloques de mármol gris cuya función no estaba muy clara decidiendo abandonar los bloques.

El hallazgo se identificó como parte de un monumento funerario

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