En los últimos años, la recuperación gradual de la actividad petrolera en Venezuela ha encontrado en el sector privado, un aliado determinante para sostener y ampliar la producción nacional.

A pesar de operar en un entorno históricamente marcado por controles externos e internos, las empresas privadas —tanto nacionales como internacionales— han jugado un papel clave en la provisión de servicios, insumos, tecnología y capacidades operativas que permiten mantener en funcionamiento la infraestructura energética del país.

Los desafíos más persistentes han sido, la dificultad en el cobro de sus actividades, él control de cambio, que durante años limita la disponibilidad de divisas, para la adquisición de equipos, tecnología y repuestos esenciales.

Estas y otros restricciones afectan la capac

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