En los últimos años, los directivos han aprendido que la incertidumbre ya no es un elemento externo a la gestión, sino un rasgo estructural del entorno empresarial. Los mercados cambian con una rapidez sin precedentes, la tecnología redefine industrias completas y los equipos se enfrentan a nuevas exigencias de coordinación, talento y propósito. Para los directivos, esto no solo implica reaccionar a escenarios volátiles, sino rediseñar modelos, estructuras y capacidades para operar de forma sostenible en un contexto donde lo inesperado es la norma.
La irrupción de la inteligencia artificial ha acelerado esta transformación. Ya no hablamos de digitalización, sino de un salto cualitativo que afecta a la estrategia, el liderazgo, el talento y la estructura de los negocios. Navegar esta nueva

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