El fin de año escolar suele condensar un clima particular: horas maratónicas de estudio, cansancio acumulado y tensiones que ya no pertenecen sólo a los adolescentes, sino también a las familias y a los docentes que acompañan sus trayectorias. Mientras el verano invita a planificar vacaciones o pequeños descansos, estos proyectos quedan muchas veces condicionados por la aprobación de materias pendientes. En la “caldera” de noviembre y diciembre, las escuelas secundarias entran en el momento decisivo donde se define la continuidad de las trayectorias escolares.

El cierre de calificaciones se superpone con el deseo, a veces incluso la urgencia, de aprobar. No es casual que este período esté marcado por jornadas de poco descanso, altos niveles de estrés y discusiones que surgen ante recl

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