Repiquetean las máquinas de coser. Esa es la banda sonora que se escucha al entrar en la Pista, una magnífica sala cultural de Pedreguer que un martes por la tarde está repleta de vecinas y vecinos (Pedreguer tiene un idilio con la cultura). Y el sonido basta para crear la sugestión, la sinestesia. Las mujeres afirman que incluso perciben el característico olor de la piel, de esa materia prima que se utilizaba en las fábricas y talleres de marroquinería.
"Ha sido como volver 40 años atrás", comenta una de las mujeres que se "dejaron la piel" en ese despertar fabril de Pedreguer y de la Marina Alta .
Julia González, que fue alcaldesa de Pedreguer, relata que ella llegó de Salamanca precisamente para trabajar en uno de los talleres. "Soy una emigrante que, en aquel momento, ni siquier

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