Por Itzel Chan
M ÉRIDA, MX.— Una llamada de auxilio que alertó sobre la posible retención de un menor movilizó a autoridades y generó alarma en una familia de Tizimín. Lo que parecía un secuestro fue descartado por la policía: se trataba de una modalidad de estafa conocida como “secuestro virtual”.
El caso ocurrió cuando una mujer recibió una llamada en la que aseguraban que tenían retenido a su hijo, exigiendo un pago para su liberación. La víctima acudió a las autoridades tras recibir la advertencia. Gracias a una rápida intervención policial, el joven fue localizado sano y salvo en la cabecera municipal.
La investigación preliminar señala que, al igual que otros casos recientes en la región, se trata de extorsión telefónica y no de una privación de la libertad real.
Otras víctimas recientes y modus operandi
En las últimas 24 horas, las autoridades también atendieron otro intento de extorsión en Tizimín: un hombre de 65 años recibió una llamada en la que le informaban que su hija estaba secuestrada, junto con exigencias económicas para liberarla. Tras acudir al cuartel Morelos, se confirmó que la muchacha estaba bien y no había sido privada de su libertad.
Estos hechos se suman a varios reportes recientes de “secuestros virtuales” en Yucatán, donde delincuentes usan amenazas y presión psicológica para engañar a las familias y exigir pagos bajo el supuesto de “rescates”.
La Secretaría de Seguridad Pública de Yucatán (SSP) reiteró su llamado a la población para extremar precauciones: no hacer depósitos, verificar siempre la versión del supuesto familiar, mediante llamada directa, y denunciar inmediatamente al 911 o la línea anónima 089 ante cualquier señal de intento de extorsión.
También instan a difundir con familiares y vecinos protocolos de verificación ante llamadas sospechosas: cortar la comunicación, no proporcionar datos sensibles, como nombres, direcciones o números de cuenta, y no dejarse presionar por frases como “no cuelgues” o “tienes poco tiempo para depositar”.
Una alerta para Tizimín y toda Yucatán
Este episodio revela cómo el miedo al secuestro, un fenómeno frecuente en el imaginario colectivo, combinado con prácticas de manipulación psicológica, sigue siendo fértil terreno para redes de extorsión telefónica. Que un caso real termine sin violencia física no atenúa el daño: las víctimas quedan con trauma, pérdidas económicas y el recordatorio de la vulnerabilidad constante.
Para comunidades rurales y urbanas de Yucatán, la circulación de esta modalidad de engaño evidencia la necesidad urgente de campañas de prevención, comunicación comunitaria especialmente hacia pueblos, personas mayores, migrantes y quienes podrían ser más vulnerables, y una respuesta institucional rápida y efectiva. (Noticaribe)

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