Débora Arango está en camino de volverse una leyenda. Esto no ocurre con todos los artistas. Por el contrario, pasa con muy pocos. En su caso, dicha conversión es el resultado de una confluencia de factores. En un principio está la obra –una de las más sobresalientes del arte colombiano del siglo XX– . A esto se le suma el interés que en los últimos años han despertado las creadoras, muchas veces relegadas a los pie de páginas de los manuales por los hombres. Y, como si fuera poco, en el caso de Débora aparece ese sentido extraño de la historia que llamamos justicia poética: la pintora ignorada en vida se vuelve un referentes después de muerta.

Este fenómeno ha propiciado que en el año en que se conmemoran dos décadas de su muerte, se hayan montado obras de teatro y de danza sobre su ob

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