A Bertha le angustia que deporten a su nieto de Estados Unidos porque sobrevive con el dinero que le envía a Honduras. Eliseo dejó su vida de sicario y ahora ayuda a rehabilitar pandilleros en una iglesia.

Sus vidas reflejan las dos plagas que azotan al país, la violencia y la pobreza, cuya discusión apenas asomó en la campaña para las elecciones generales celebradas el domingo.

Ambas cuestiones lucieron más relegadas, luego del sorpresivo apoyo del presidente estadounidense Donald Trump al candidato y empresario derechista Nasry Asfura, que sacudió el tramo final de la campaña.

Fiel a su estilo, Trump atizó la polarización con duros ataques a los otros aspirantes: la oficialista de izquierda Rixi Moncada y el presentador televisivo Salvador Nasralla.

A Yuderlis Moreno, que vende comid

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