Hemos llegado al territorio donde el fútbol deja de ser un simple juego para convertirse en un laboratorio de la condición humana. Allí, entre la urgencia del resultado y la fragilidad de las emociones, aparece el entrenador: un equilibrista obligado a construir sentido en medio del ruido. Dirigir hoy no es solo un ejercicio táctico; es un acto de liderazgo espiritual, un ejercicio pedagógico y un pacto emocional con un grupo que quiere ganar, pero que también quiere pertenecer.

Estos son, quizás, los siete retos más profundos que enfrenta el entrenador de fútbol contemporáneo. • Trascender el egoísmo.

El fútbol, que a veces exagera el brillo individual, solo encuentra su verdadera potencia cuando el “yo” se subordina al “nosotros”. Trascender el egoísmo es lograr que las ideas del equ

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