No es frecuente, nada frecuente que una galería de Barcelona se convierta en una suerte de pequeño Pompidou y nos de la oportunidad de ofrecer con piezas que, en su totalidad, fácilmente podrían estar en un museo. Lo que ha hecho la Galeria Joan Gaspar merecería todas las condecoraciones posibles que diera esta ciudad y este país porque qué difícil será que algunas de las obras maestras en papel de Henri Matisse no solo estén expuestas sino también en venta, una oportunidad única tanto para coleccionistas privados como para instituciones públicas.

Porque lo que verá quien entre en esta galería barcelonesa es una suerte de exposición antológica que abarca medio siglo en la carrera del único pintor al que temía Picasso como rival frente a la tela en blanco, frente a la hoja en blanco. Todo

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