El Senyor Canons, el Senyor Dallonses y el Senyor Daixonses son figuras genuinas del humor catalán. El gran Valentí Castanys utilizó sus nombres para titular algunas de las revistas satíricas que impulsó antes de la guerra. Si el país fuera de otra manera, un trío cómico con el nombre de El senyor Daixonses, el senyor Dallonses i el senyor Canons tendría el éxito asegurado. Cuando Salvador Espriu trabajaba en el despacho del notario Gual, una vez, este señor, que tenía muy mala pata, le pegó un bocinazo: “Daixonses, porti’m els dallonses!”. Espriu se lo guardó y lo sacó en un cuento extraordinario, sardónico –como no podía ser de otra forma–, con un autorretrato aplastado y triste.

Lo cuento porque la semana pasada, hablando de Pere Tàpias, me quedé con ganas de explicar un par de cosas

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