El caso más conocido es el Farm‑Fox Experiment iniciado en 1959 por el genetista Dmitri Belyaev en la antigua URSS. Seleccionó zorros plateados (“zorros rusos”) por su docilidad — solo los más “amigables” con humanos se reproducían. En unas pocas generaciones surgieron zorros que mostraban comportamientos tipo perro: meneaban la cola, buscaban caricias, vocalizaban ante humanos.
Con más de 50 generaciones de cría selectiva, estos zorros domesticados desarrollaron no sólo cambios de comportamiento, sino también morfológicos y fisiológicos: cambios en pelaje, color, orejas, cola, e incluso en patrones reproductivos — ya no se reproducían solo una vez al año.
Investigaciones genéticas recientes han identificado más de 100 regiones en el genoma de estos zorros que se asocian con “conducta dó

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