Quien se adentra en los valles que rodean el río Gállego descubre un conjunto único de pequeñas iglesias románicas, dispersas por diminutas aldeas y colinas . Su arquitectura humilde, su historia milenaria y su localización privilegiada —con el valle de Tena como telón de fondo— convierten esta ruta en un viaje perfecto para los amantes del arte, la naturaleza y las historias antiguas.

Este conjunto lo forman 16 templos románicos datados entre los siglos X y XI , con las características propias del románico lombardo: edificaciones de pequeño tamaño, una sola nave rematada en ábside semicircular, decoración exterior sobria y torres-campanario estrechas que se alzan como auténticos vigías del paisaje pirenaico.

Joyas románicas en pueblos pequeños

Una de las claves de su encanto es

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