De política y cosas peores
“Estaba yo en mi estudio viendo una película pornográfica, y de repente entró mi esposa”. Eso les contó, desolado, don Leovigildo a sus amigos. Uno de ellos trató de reanimarlo: “Ya se le pasará el enojo”. “No -replicó el apesadumbrado señor-. De repente entró mi esposa en la película”. Sherlock Holmes y el doctor Watson se hallaban en la estación Victoria. El famoso detective señaló a una pasajera y dijo: “Esa mujer acostumbra fumar en la cama, ronca como dinosaurio con sinusitis y se levanta al mediodía”. “By Jove! -exclamó el doctor Watson, admirado-. ¿Todo eso puede usted decir de aquella mujer con sólo verla?”. Respondió Sherlock Holmes: “Estuve casado con ella”. A las muchas calamidades que por estos días afronta, la presidenta Sheinbaum hubo de añadir una

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