La última palabra escrita por la filósofa Hannah Arendt fue “Judging” (“Juzgar”). La encontraron en una hoja a medio comenzar en su máquina de escribir tras su muerte, el 4 de diciembre de 1975. Medio siglo después, en la era de la instantaneidad, esa palabra resuena como una pregunta urgente: ¿Qué le ocurre a una sociedad que pierde la facultad de juzgar?
La banalidad del mal: del burócrata al ciudadano digital
El concepto de la banalidad del mal nació para Arendt tras observar el juicio a Adolf Eichmann en Jerusalén, un hombre que j ugó un papel central en la aniquilación del pueblo judío en la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Allí, en el banquillo, Arendt no encontró un monstruo (sorprendentemente), sino a un hombre poco más que mediocre, cuya defensa se basó en c

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