Fueron inicialmente 17 piezas que retornaron al territorio, preseleccionadas por los Mamos de acuerdo a la importancia de estos materiales para mantener el equilibrio del ecosistema y con la ayuda de diferentes instituciones competentes en este proceso.

El camino empezó mucho antes de que la Universidad del Magdalena llegara a la Sierra Nevada de Santa Marta. Empezó en la memoria, en el reconocimiento de una deuda histórica con el territorio y con los pueblos que lo custodian desde el origen de los tiempos.

El recorrido fue largo: un par de horas en carro, subiendo por el sector de Calabazo, dejando atrás el ruido de la ciudad y adentrándose, paso a paso, en el silencio profundo de la montaña y el sonido de un ecosistema imponente, hasta llegar a Pueblito, al resguardo Teykú Bunkwanezha

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