Carlos Ortega (Valladolid, 1957) decidió titular su libro Un ensayo sobre las lágrimas (Alianza editorial) aun cuando la obra se mueve entre la novela y la reflexión. "Me propuse escribir un ensayo, como el personaje principal, pero me di cuenta de que el asunto pedía un espacio mayor, una arquitectura diferente, algo así como un banco de pruebas", cuenta Ortega.

Los primeros capítulos aparecieron en la edición española del Huffington Post, donde Ortega tenía un blog, hace unos doce o trece años. "Desde entonces hasta hace poco más de un año, cuando lo terminé, el edificio fue creciendo en estancias que alternan lo ensayístico y lo narrativo". Esa hibridación de géneros le permitió ofrecer al lector dos modos de lectura: el narrativo y el ensayístico.

Esa ambigüedad formal es el escenari

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